No
me importa
la
opinión ajena
Hay veces que el soneto sabe amargo
Aunque transporte la esencia más pura,
Cuando torna a la férrea arquitectura
De la que alguno escapa sin embargo.
Los demás vivirán en su letargo
Padeciendo su febril calentura,
Cual sierpe que lanzó su mordedura
Convirtiendo el dolor más vivo y
largo.
Mas el poeta mostrará sonrisa
Cada vez que vea su soneto hecho
Sin importar la opinión ajena.
Porque él nunca cambiará de camisa,
Ante la dificultad saca el pecho
Aunque ya sepa cual es su condena.
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