viernes, 5 de abril de 2019

Alegoria de los diablos rojos


Alegoría de los diablos rojos

 


Como español que soy  a Dios gracias,

Y como fiel amante de su literatura,

No tengo más remedio que por antonomasia

Censurar tus versos por su brutal compostura.

 

Cuando leí tu libro de poemas

Comprobé sus versos de perfecta hipocresía,

En el cual alabas al actual sistema

Y ensalzas a su dominante burguesía.

 

Versos más de un político que de poeta

Impregnados de una virulencia feroz,

Que entran en las casas sin llamar a la puerta

Donde se cobijan la humildad y el honor.

 

¡Tú, José María Pemán! Vil oportunista

Arropado por la férrea dictadura,

Te has mostrado claramente partidista

Reflejando en tus poemas tú caricatura.

 



A la chica de los cabellos de oro

La mataron hombres, sólo hombres,¡ sin más!

No fueron como dices diablos rojos

Porque eso, sabe Dios que no es verdad.

 

Decir que eran diablos, no es de caballeros,

Los diablos, no tienen un color particular,

Pues también mataron a chicas de rubios cabellos

Al otro lado de la Zona Nacional.
***
 
"Este poema, lo escribí hace más de cuarenta y cinco años, tras recordar una anécdota que le ocurrió a mi padre, y que me la contó siendo tan sólo un niño.
 
Terminada la Guerra Civil, una parte del bando perdedor, es decir el republicano, desfilaban abatidos por las calles de  Burgos, seguramente  para limpiar toda la chatarra bélica, desperdigadas por los campos de batalla. Las gentes se agolpaban en las aceras, para ver aquel siniestro espectáculo, de ver  a unos cuantos miles de hombres desarmados y completamente humillados. En un tramo de dicho trayecto,  Y justo a la altura de donde mi padre pasaba, una niña preguntaba con interés a su madre: Mamá, ¿Quiénes son estos hombres? -Hija mía, estos hombres, son los rojos- contestó secamente.  A lo que la niña, tal vez extrañada  le dijo-: ¡Pero mamá, como van a ser estos hombres los rojos, sino tienen ni rabos ni cuernos!
Yo era un niño, y que yo recuerde, fue la primera vez que lloré, porque alguien pudiese  comparar a mi padre con un diablo, siendo que él era la dulzura personificada. 
 
Las diferencias de opiniones son sanas,
pero no las lleves al extremo.
Nada enriquece más que escuchar
diferentes puntos de vista.

 

 

 

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