CON EL LINO DE LOS MARES
Arropado solamente con el lino de los mares
mis blancos anhelos roturan el tiempo justiciero.
La atrayente sirena se zambulle en el pétreo mar
donde cabalga el arrogante caballo de melifluas crines.

Las rizadas olas besan la sabiduría
de las apacibles playas,
donde la conciencia radiante
inquieta a las gaviotas,
que hienden con sus vivos aleteos
el éter turquesa,
hálito divino de algún Zeus.

La llovizna ardiente de las lanzas suicidas
se extravía en el bálsamo del muelle,
senda de eternidad, que danza
sobre las tumbas de los demonios de la luna.

El ígneo poema lanza su luz alboreada
sobre el faro que extiende su pena sin pestañear
al órgano de las borrascas curtidas
con los destellos azules de la Vía Láctea.

Humillando las cenizas duras y devorantes
de dioses y hombres,
con arcadas laureadas de ciénaga marina
y guijarros de heliotropos de coral.
La ortiga de tempestuoso espectro se ensordece
ante el grito ronco del nuevo vencedor,
dejando tras el coro enmascarado de seda y cartón,
el atrofiado disparo
que congela el trigo de la aurora
y recorta la espaciosa espesura
del viento de los días febriles.

A golpe de cetácea luciérnaga
se curten las escamas del odio,
absorbiendo con manos fosfóricas
el trémulo sollozo de la noche
como un cuchillo muerto,
lleno de légamo y silencio
* * *
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