En la barranca
Mil
lenguas sumergidas en la barranca,
Lagrimas
de hierro y de cristal,
Tambores
altísimos que allí rompieron
Desgarrando
su entraña y su brocal.
Madriguera
yerta, convulsa mamba,
Himnos
roncos del gemido orquestal.
Yacen
tus ecos cual anclas de plata
En
estrecho océano de tu fosa abisal.
En
tus abismos ocultas las trampas
Caracola blanca con negro antifaz,
Aquel
que se atreve a desvelar tu alma
Das
sepultura con losa glacial.
Las
iras de los espeleólogos desatas
Con
tus grutas yertas de caliza y sal,
Estalagmitas
cual afiladas lanzas
Donde
más de alguno llegó a ensartar.
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