Edificios del alma
Hoy no hay nubes en el cielo,
los edificios del alma
son puras ruinas,
porque el ángel cercano
derramó sus lágrimas
por calles oscuras como minas.
Calles que impiden descansar
adormilando nuestra alma.
Los humeantes coches marchan,
cual batallón de hormigas obreras,
y las ambulancias se pierden
tras el fulgor de sus sirenas,
a velocidades que dan vértigo
para cumplir con su urgencia.
Calles cuyos edificios dan pena,
sólo los tañidos de una guitarra,
especialmente consuela
bajo la amarillenta luna llena.
Mientras las estrellas titilan
en su oscuro firmamento,
quizá, expresando la agonía
del terrenal sufrimiento.
En cada rincón húmedo y oscuro
Hay un hombre en su herrumbre perdido,
las estrellas preconizan el futuro,
arropado con señales de prohibido.
Los silbos del viento
convierte en canción,
los amores en su recogimiento,
vaticinan el desastre,
que provoca el caos, y la alucinación...
capaz de vencer a todo un regimiento.
Gracias a que tengo un buen amigo,
que diariamente entra en mi corazón,
Por eso, siempre será bienvenido
tanto en mi casa como en mi corazón.
El me quitó todos miedos,
indicándome el justo rumbo,
para expresar mis anhelos
de las orbes de este mundo.
Somos los escasos cromos
de su particular colección,
no bastará ni cruz ni espinas,
para impedirnos su perdón.
¡Gracias...! ¡Gracias...!
¡Muchas gracias...!
¡Muchas gracias mi Señor...!
Pues seré fiel legionario
de las tropas del Creador.
Merece la pena vivir,
teniendo como guía
la luz de tu redención.
Gracias por abrir mis ojos
para ver tu divino resplandor.
Tu sonrisa es la lluvia
que riega mi devoción,
Y que ahora, plácida crece
allí en tu fuente de amor.
¡Gracias...! ¡Gracias...!
¡Muchas gracias... !
¡Muchas gracias... mi Señor...!
por darme a beber del agua
allí en tu fuente de amor.
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