La
balada del crepúsculo
II
El ancho y deslumbrante crepúsculo,
Es la puerta mágica que lleva al olvido,
Tras sus pilares,
Aparecen los primeros bostezos en la noche de plata
Rompiendo sus moldes con ignotos silencios.
La rigurosa geometría de las malvas,
La Diosa perpetua de ovalo esmalte,
Y el pájaro azul de la conciencia,
Pernoctan en sus oblicuos ojos,
Donde el alma, cual vigorosa enredadera,
Ciñe a las extrañas figurillas
Que atracan en los puertos
de la tarde;
Convertidas en oscuros cementerios de amor;
Tras abandonar sus alegrías matinales,
El corazón del ciprés, circundado de misterios,
Logra alcanzar a la blanca mariposa,
Que fue abatida en vuelo por la púrpura del ocaso.
La celosía de mi alma encuentra relax
Al observar con Gloria la corona del crepúsculo.
Llegando a la conclusión que:
“Una vida, puede preñar mil crepúsculos;
Pero jamás mil crepúsculos
Podrán hacer renacer la balada de mi vida.”
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