Cuando
yo no existía
IV
¡Dios mío! ¡Dios mío!
¡Estoy embrujado!
Quizá, por ese órgano que mirando al cielo te ofrecí
Y que hoy llevo latiendo en mi costado.
Mi corazón yo te doy
Pues es todo cuanto tengo,
Solo hay sombras en mis manos
Y blasones
agrietados por el frío;
Pero al darme de tu pecho el amor más puro
Sé que volverá a dar fruto mi centenario olivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario