El
opio del amor
III
El día que realmente me necesites
Encontraré la amarilla rama que sujeta tu corazón
Diciendo que no te olvidaré,
Pues eres el alimento de mi espíritu.
Tú, enseñaste a levantarme tras el tropiezo
Y también a enmendar aquel error;
Pues una llovizna de alegre poesía
Inunda mi pecho cuando me acuerdo de vos.
Queda en mi alma el beso apasionado,
Ese que jamás se olvida,
Siendo cual
hoja perenne que se quiere demasiado
Y por tal motivo, nunca lo olvidaré.
Aprecio que Dios te hiciera bella;
Aunque también son bellas las estrellas
Y sin embargo, las estrellas,
No tienen capacidad para amar.
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