El
más altivo y frondoso árbol
II
Mi corazón anárquico
Busca la fugitiva estrella que ilumina la noche;
La tierra áspera da vida a un cuerpo
Crucificado en
sus tinieblas teológicas.
Mas que poeta... soy el bufón que se ríe de sí mismo
Siguiendo al pie de la letra
Los dictados de la rosa perpetua.
Mi alma está fría, desangelada,
Como un tiesto al que su flor secó;
Y dentro de mí palidez, profunda cual océano,
Sólo las lágrimas encienden una leve pasión,
Mientras que los átomos del viento
Suspiran por un amor eclipsado
Por los fanales del alma.
La perla negra brilla en la noche
Sin que nadie a mí alrededor perciba sus fulgores;
El cielo se envenena con la soledad de mis ojos,
Llenándolos de incógnitas y lamentos turbadores;
La ansiedad quema los recuerdos
De los setenta árboles que nunca dieron fruto.
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