De
niña, jugabas con muñecas
Sé que perdiste tu inocencia
Cuando un día, de repente,
Dejaste de jugar con tus muñecas.
Sé que perdiste la ternura
Pues te embriagó la locura
De ser sólo una mujer
De forma rápida e inoportuna.
La pasión te embriagó con sus valses;
¿Acaso querías fortuna?
Y tu inocencia se fue
Un fogoso atardecer,
Escribiendo así una página
Que nadie habrá de leer.
Llorando está tu muñeco
El que tanto acariciabas,
Al que con mimo cuidabas
Hasta creerlo dormido con tus susurros;
Cuando él…. Vivía si tú vivías,
Su corazón era el tuyo;
Respiraba con tu aliento
Y ahora… está el muñequito cojo,
Totalmente despeinado...
Pues al perder tu inocencia
Perdió también tus cuidados.
¿Cómo será el otro nene?
¿Es travieso y lloricón?
De serlo, sería al contrario
Del muñeco que acunabas.
No hablaba, no reía, no lloraba…
Hacía lo que tú querías,
Hacía lo que tú pensabas,
Aunque en realidad…
Era tu mente la que soñaba.
Pero al perder la inocencia
Te convertiste en madrastra,
Quizá, algo tirana para ti misma.
Dejaste de ser la niña
Que en nada peca,
El día que dejaste
De jugar con tus muñecas.
Quizá, de anciana te vuelvas niña,
Seas cariñosa y acunes muñecos;
Una sola cosa clara tengo:
Que el día que esto ocurra
Tendrás el billete pagado
Para viajar por la autopista del cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario