En
sueños
IV
Estoy sumido en la pirámide del cielo,
Las fibras que manipulan el cerebro
Me hacen tocar las constelaciones
Donde hormiguean las blancas nubes
Culminando el tránsito con sus flujos de amor.
Las certeras flechas de Cupido
Inflaman los pechos de la virginal princesa
Rescatada de los sacros muros.
Cuando sueño, no actúo ni medito,
Quizá por estar abrazado por el dogma de la fe;
Con el, hallo el lago pálido
Donde la sangre se enciende y rueda suave
Por entre las vías de mis escogidos sentimientos,
Allí, la melodía del arpa
Acaricia y argenta los vidrios del alma,
Cuyas románticas alas
Me elevan hasta el amor pretérito
Cuajado de sombras
mágicas,
Dando fulgor a las gloriosas manzanas de mi vida.
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