Por los místicos cielos de Dios
II
Los pétalos de la rosas de damasco
Segregan expectación y música,
Mientras las luciérnagas de libido resplandor
Atrae nuestros cuerpos
Como la polilla es atraída por la luz de los focos.
Los dos buscamos un mundo mejor
Donde las perlas del rocío
de la mañana
Predominan sobre la escarcha gutural;
Y todo sin empuñar un arma cortante.
Basta con un corazón digno
Que sea capaz de reírse de la falsedad,
Por muy brillante que resplandezca
La galaxia del averno.
A cambio, bebemos del cáliz eterno
Con el agua de la nube oscura.
A fin de cuentas, los lindes del cielo
Permanecen dentro de los relámpagos del amor,
Cuyas flechas de plata
Fecunda las nubes con melodías radiantes.
El gozo del poeta es amar con locura
Glorificando el alma azul,
Junto con los alabastros del abismo,
En cuyo fondo,
Permanecen los sueños
Los cuales, se desplazan como centellas
Por los místicos cielos de Dios.
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