Mi último lamento
Hay días que estoy triste,
Y sin embargo, me pongo a cantar;
Cualquiera podría pensar que estoy contento;
Pero en realidad,
Es que canto por no llorar.
No es menester que suceda algo extraordinario
Para causar dolor o depresión,
Quizá la cuestión radica
En el viento del pasado otoño,
Cuando desnudó por completo al álamo temblón,
Pues en cierto modo,
Pienso que, eso mismo,
Me sucederá a mí y a muchos otros;
Cuando regresando a la primavera,
Todo encajaba en la figura
Aún cuando fuese despeinado,
Pues todo parecía un look
Hecho a conciencia para la ocasión;
Ya que la fealdad en la primavera
No existe o se camufla demasiado bien.
Entonces, hasta los pajarillos,
Extienden sus cantos ruidosos y enamorados
Hasta los confines del bosque.
Yo, era uno de esos pajarillos de llamativo plumaje
Ocultado tras las hojas frescas y primaverales.
Pero la lujosa primavera pasa,
Y llega el tórrido verano,
Antesala del otoño cruel.
Por eso, siempre que vuelvo la cabeza
Me veo con veinticinco años
Atrapando todas las atenciones,
Recibiendo incluso piropos por la buena planta.
Ahora, después de haber menguado varios centímetros,
Los huesos están aplastados por el riguroso invierno
Siendo mis hojas aplastadas,
Pisoteadas por las alimañas
Y ya, para lo único que sirven es como refugio
Para el alimento de las ardillas.
Ahora, todo son hocicos huroneando
Para ver que parte del cuerpo les apetece más.
Soy más lento y menos intrépido;
Por ello, se aprovechan del abuso.
Quizá sea ley de vida;
Pero esa ley es injusta y me hace entristecer
Aunque si alguien me escuchase de verdad,
Verían que el significado de esas canciones
Expresan la melancolía;
Y por mucho que pretenda vislumbrar
Un horizonte de luz,
De él sólo se percibe oscuridad y silencio;
Y posiblemente… también...
Mi último lamento.
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