La escalera de mi vida
Tras el postigo de la puerta del corral
Obsevaba al cielo turbio, casi gris,
De sus vapores lloraban frías lágrimas,
Las cuales, despojaban del cerezo sus últimas hojas,
Tapizando el suelo con tonalidades amarillas
Como en esos momentos se pintaba mi corazón.
Las notas
musicales de la lluvia
Completaban mi pentagrama emocional;
Eran ya sesenta y seis, los peldaños
Que había subido por la escalera de la vida.
En apariencia, la escalera se mostraba fuerte,
Capaz de soportar mí peso unos cuantos años más;
Pero en realidad, nadie puede saberlo excepto Dios.
Quizá, cuando
más tranquilo me encuentre,
Sobrevenga la hecatombe
Y al pisar, se hundan mis pies
Como lo hacen
al pisar el barro.
Ahora, simplemente estoy viendo
Una puerta que con llave está cerrada;
Pero ligeramente está lloviendo
Y quizá para mí, sólo esté entornada.
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