El
Waterloo de la vida
El cielo plomizo y hostil
Riega las lápidas
De mi árbol genealógico;
Se troncharon ya sus principales ramas;
Los nombres con apellidos y fechas se pudrirán
Ante el vendaval de crisantemos;
Los huesos quedaron desperdigados
En el Waterloo de la vida.
Las pisadas quedaron hundidas en el barro;
De nada sirvieron sus armaduras de hierro
Quedando sepultadas en la oscuridad.
Por mucho que la campana repicara,
Sus partículas, ya son incapaces de crecer;
Las estaciones se detuvieron
En su palidez sideral;
Y lentamente… mueren,
Como lentamente muere el árbol
Mutilado por sus raíces,
Cayendo su última hoja
En el
amanecer de un día
Que sólo Dios
sabe lo que deparará.
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