El
peor de los infiernos
Una de las primeras enseñanzas cristianas que recibí,
Fue la de que existe un infierno:
“Las Calderas de Pedro Botero”
¡Uf, qué miedo!
Allí, la gente, por castigo Divino,
Se consumían en sus llamas eternas,
Por tanto, no había que cometer ningún pecado
Si no queríamos luego sufrir sus horribles consecuencias.
A estas alturas de la vida,
No creo que exista nadie elegido
Para esa clase de castigos Divinos;
No obstante, no tengo nada más
Que dar unos
cuantos pasos para atrás,
Par comprender que existen otros infiernos aquí en
la tierra,
Sin necesidad de buscarlos en el espacio etéreo:
La guerra, el hambre, la enfermedad, la injusticia...
y un suma y sigue.
Pero entre todas las cosas atroces que en la tierra
suceden
Yo destacaría la que ahora más me atañe,
Y que sería el infierno más cruel
y horrible,
El que consume el alma con su llama invisible:
"Tener la mala suerte de enamorarte de alguien
Cuyo corazón ya ha sido conquistado."
Ese run, run, run, run es permanente
Como un martillo pilón.
Ocupando todo el espacio de tu universo,
Convirtiéndose así, en una Eterna Pesadilla.
Después, podemos achacarlo a la mala suerte,
A la malvada estrella que guía el destino,
O al instinto caníbal del poderoso
Que todo le viene rodado.
Así pues, no hay peor infierno para un enamorado
Que no ser
correspondido por el ser que se ama.
Si existe algo peor, ¡que venga el guapo y me lo diga!
Pues impaciente espero su contestación.
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