Dentro
de mi cueva
Ya me he adentrado en la cueva,
Quedando atrapado en mi universo oscuro,
Entonces, comienzan a chisporrotear
Los sucesos acaecidos durante el día,
Y como si fuera un profesor de química,
Analizo en los tubos de ensayo
Las cosas que, por su importancia,
Quedaron sumergidas
De todas las banalidades o cosas sin trascendencia
Que, a lo largo del día, se suelen realizar.
Hay pocas cosas
que realmente valgan la pena,
Que glorifiquen o reconforten;
Pero siempre hay algo que destaca sobre las demás:
Sigo vivo, por tanto,
Conservo la capacidad de pensar.
Algunas cosas me hacen reír
Aunque sea a costa de su poca gracia;
Otras, me frustran,
Pareciendo mentira que se repitan en un mundo
Que se mueve a una velocidad increíble;
Aunque para algunos elegidos de vivir en este mundo
Todo nos parezca
que está quieto y sin evolucionar.
La gente, a su paso de hormiga,
No ve más que trabajo y sufrimiento,
Por ello, quizá haya que aprender
A reírnos del sufrimiento de una manera masoquista,
Dado que, damos por hecho,
Que hemos nacido
Para ir sorteando los vendavales
Que, a su libre albedrío, campan por doquier.
De vez en cuando, aparece un rayo de luz
Porque apreciamos la belleza de una flor,
O lo encantos sublimes que produce una sonrisa.
¡Bueno vale! ¡Sí! ¡Hoy estoy contento!
Me he encontrado un billete de diez euros
Mientras atravesaba por un paso de cebra;
Con este billete puedo comprar diez barras de pan;
Pero luego pienso:
¡Pobre de aquel que lo haya perdido!
Me asusta pensar que, igual no tenía otro billete.
Parece que alguien tiene que perder algo
Para que otro se sienta afortunado.
¡Yo, un día, perdí un amor!
¿Pero acaso me consuela pensar
Que alguien lo necesitaba más
que yo?
Mi instinto práctico dice que no;
Pues lo único cierto es que yo,
¡Todavía sigo pernoctando en mi cueva!
No hay comentarios:
Publicar un comentario