Sor María
Naciste
y creciste un día
Y
cuando fuiste mayor;
Llamó El Profeta Elías,
Para
casarte con Dios.
Encerrada
en sus paredes
Has
pasado todo el tiempo,
Rogando
y rezando a Dios
Como
firme mandamiento.
¡Qué
vida la tuya María,
Encadenada
a tu Cristo,
Crees
en su bondad Divina
Aunque
nunca lo hayas visto.
Qué
Alegre y qué triste
Vivir
así, de esa manera;
Alegre
encerrada y en cambio,
Permaneces
al exterior ajena.
Ofrecéis
hermosos sermones
Al
Santo o Mártir del día,
Cantando
gloriosas canciones
Ensalzando
la alegría.
Todos
Santos ahí tenéis
Gravitando
en el convento,
Y
vuestro amor ofrecéis
Siempre
y en todo momento.
Cuanto
te admiro María,
Por
ser de esa manera y ser feliz,
Por
tus oraciones protegida
Única
razón de tu existir.
Sor
María, vivió y murió
En
un humilde convento,
Y
el cielo se estremeció
Rompiendo
el cristal del tiempo.
El
aire se agitó y rugió fuerte;
Pero
al llegar al convento,
Como
presagio de suerte
Quiso
Dios calmase el viento.
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