Oh,
vida tormentosa, borrasca viva;
Zarza
espinosa en el corazón prendida.
¡Cuánto
agobio por una flor mal parida!
Salta
Lucifer de alegría en noche inmensa
Donde
las lágrimas se conjuran en porfía
Y
siempre acaban en bruma densa.
Agoreros
cuervos sin rama de olivo en su pico;
Con
soledad salina, circundan jireles de olvido;
Lazo
corredizo en la aritmética de los sentidos.
¡Basta
ya, mercaderes de esclavos del sentimiento!
Podredumbre
errática de vuelo flébil
Dejad
en paz a este río, desbordado de sangre
Para
que pueda ver sus guijarros en su viejo cauce.
La
almibarada voz terminará ronca e inaudible,
Y
su lengua, se retorcerá como el sarmiento herido
En
las frías viñas del corazón amante,
Que
con fuerza aprieta el marchito racimo.
Carrusel
de ironías centenarias y huecas,
Vengativas
olas destruirán tu castillo de alabastro
Metafísica
de la conciencia manosearán tus huesos
Y
extenderán los silbos púrpuras tu
ceniza.
¡Ay,
si el rey Salomón levantara la cabeza!
Vería
que sus sabias leyes están en decadencia
La
gorda, desagradable y fea, a hora es guapa,
Por
culpa y obra de la cirugía barata.
¡Ay,
rey Salomón, si levantaras la cabeza!
¡Ojala
te pudras bajo las palpitantes luces de neón
Y
sólo los ciclopes viejos y tísicos perciban tu aliento.
¡Ojala
así sea, roja rapaz carnicera!
Y
sólo percibas frutos de muérdago como moneda.
Parecerá
mentira; pero también puedo enfadarme,
Echar
pestes bubónicas. Eso es fácil, lo hace cualquiera
Cuando
alguien paga con falsas monedas
Un
lazo de cristal pondría en tu garganta
Para
que sólo transmitieses muecas de espanto,
Con
mandíbulas cual puerca atrapada en el barro.
“Alguien
se enamoró de una gorda y fea
Y
cuando se puso flaca y guapa, dejó de hablarle”
¡Que
te aproveche perra, mugrienta y mal parida!
Cabría preguntarse si él, también era gordo y feo.
Cabría preguntarse si él, también era gordo y feo.
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