El
duende
Tengo a una perrita en casa
Que me hace compañía,
Y hasta el parque yo
la bajo
Dos o tres veces al
día.
El otro día por la
tarde
La bajé a pasear,
Y como no vi a nadie
Creí oportuno soltar.
Se fue de árbol en
árbol
Y empezó a olisquear,
Quizá buscándose el
sitio
Apropiado para mear.
Con atención vigilaba
No fuese a aparecer,
Uno de esos perros
grandes
Que la pudiesen
morder.
Si alguna vez esto
pasa,
La llamo para que
venga,
Y una vez que la he
atado
Seguimos dando la
vuelta.
Pero ese día en
cuestión
No me di cuenta de un
perro
Que hasta ella se
acercó.
Más de pronto oí una
voz
Que insistente lo
llamaba,
Pertenecía a una
joven
Ella me pareció guapa
Y simpática a la vez,
Pues al llegar a mi
lado
Me dijo:¡Perdone
usted!
Si es que ha asustado
a su perra
Pues ha sido sin
querer;
De mí tiró con tal
fuerza
Que no pude contener.
Mientras esto me
decía
Atados por las
correas,
Ambos se olieron sus
partes,
Las partes por donde
mean.
Y se pusieron
contentos
Dando saltos de
alegría,
Al ver que eran del
sexo
Que sin duda
preferían.
Parece que sean
amigos
Me dijo muy
sonriente;
Por tanto, ya no hay
peligro
Eso parece, le
contesté,
Y un tanto ingenuo,
fui y la solté.
Tendrán ganas de
jugar,
Hoy hace un día
estupendo;
De modo que aquella
joven
También soltó a su perro.
Mientras los perros
jugaban
Y como de algo hay
que hablar,
En el banco más
cercano
Nos decidimos sentar.
¿Bienes mucho por
aquí?
Pregunté para
empezar;
Pues ruego que me
perdones
Por mi distracción
fatal.
Vengo desde el otro
día;
Pero estuve más allá,
Este parque es muy
grande
Y al mismo tiempo
genial.
Tenía el acento algo
raro,
No sería de este
país;
Pues una voz así de
dulce
Jamás la oí por aquí.
Me sentí muy animado
Por tan grata
compañía,
Y me olvidé de la
perra
Fue larga la
conversación,
Hablamos de casi
todo,
Y el tiempo se nos
pasó
Deleitándonos de uno
al otro.
Pero ya llegó un
momento
En que nos dolía
hasta el culo;
Pues el banco era de
piedra
Y no cabía el
disimulo.
¿En dónde estarán los
perros?
¿En donde se habrán
metido?
Y buscamos por los
setos
Y por la orilla del
río.
¡Qué no aparecen¡
decía
Con un tono
preocupante:
A ver si se los han
llevado
Algún ladrón
maleante.
Más me parecía muy
raro
De que al menos no
ladrasen;
Si alguien los lleva
a la fuerza
Para que yo me
enterase.
¿Qué habrá pasado
Dios mío?
¿Qué les habrá
pasado,
Para que de repente
Los dos se hayan
fugado?
Pero para mi sorpresa,
Los dos se habían
escondido
Detrás de un robusto
chopo
Esta pareja de perros
Sí que bien han
congeniado,
Que han decidido casarse
Y de altar han puesto
un árbol.
¿Y luego qué voy a hacer
yo
Con tanto perrito en
casa,
Si no tienen pedigrí
Y cada uno es de una
raza?
El día que para la
perra,
Yo me puedo llevar
siete,
Para dar a mis compañeras
Que a veces solas se
sienten.
Qué esplendidas
compañeras
Son en verdad las que
tienes,
Me gustaría
conocerlas
De paso que se entretienen.
Si las quieres
conocer
De aquí las tienes
muy cerca;
Pero ve al anochecer
Que es cuando abren
sus puertas.
¿Pero quién trabaja
de noche,
Si de noche todos
duermen?
En todo hay una
excepción
Como por ejemplo “El
Duende”
Ahora si bajo a la
perra
Y un atrevido
pregunta:
¿Qué a dónde voy tan
tarde?
Contesto de forma
astuta,
Que me voy a ver si
veo
Pues diciendo la
verdad,
Nadie así podrá
creerme;
Por lo tanto no
tendré
Competidores de “El
Duende”
El “Duende” es un
prostíbulo
A donde acude la
gente,
Para pasárselo bien
Si lo quieres conocer
Prepara bien la
cartera;
Puesto que allí los
billetes
No corren, ¡sino que
vuelan!
No hay comentarios:
Publicar un comentario