jueves, 9 de mayo de 2019

El álamo

El álamo

 

Un aquilón de olvido impregna al álamo.

Los despojaron de su cetro y con él, el fulgor de la ribera. 

Algún desaprensivo mutiló su añoso tronco al prenderle fuego, quizá para robarle al sol un áureo rayo.

Su copa ya marchita muestra jirones, y sus nódulas ramas, tornan a pétreos tizones azabaches. 

Se tiñen mis manos al tocarlo y tremulan al compás de su lira abrasada.
 

Sus únicos acordes son gemidos desgarrados que, ingrávidos, levitan a su alrededor. 

Mis ojos licuados por salobres lágrimas, hacen comparsa a su dolor mártir. 

Un arrebol del cielo eclipsa el sol, y en esos momentos, llora conmigo.

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