miércoles, 16 de noviembre de 2022

Al abrigo de las piedras

 

Al abrigo de las piedras

 

De las montañas surgieron las piedras

Que la  hicieron elevarse como el cono de un volcán;

Luego, esas piedras fueron arrastradas hasta el llano

Empapándose con la lluvia y macerándose con los rayos del sol.

Se hicieron fuertes, como fuerte es el granito.

Los hábiles canteros la cuartearon y dieron forma,

Para que fuesen más manejables para construir sus casas

Forjando de ese modo el sedentarismo.

Hoy, al abrigo de las piedras,

Me relajo con sus cantos y me tonifico con su energía.

El hombre, al contrario de la piedra,

Es débil, pero escuchando sus enseñanzas se hace fuerte

Y cada poro de la piel es mota de polvo cósmico;

Lo más grandioso, lo más divino, y a su vez,

Lo más desconocido por no avistar sus límites.

Pero hoy ¿Qué me dicen estas piedras?

Sin duda me dicen que están vivas

Porque mantienen todas sus propiedades;

De vez en cuando, se producen pequeños estruendos

“Es la dilatación”  diferenciando así el día y la noche;

En cierto modo, es su forma de añorar lo que antes fuera:

Una parte de la montaña que, a diario, 

Observaba a los meteoros y las luminarias del cielo,

Siendo ajena a los problemas que surgen de la carne.

El hombre, si pudiera digerir las piedras,

A estas alturas,  el planeta sería un vasto desierto,

Porque el apetito del hombre  es insaciable.



Afortunadamente, y gracias a que la piedra lo sabe,

Fecunda a la higuera que brotó en la pared de la  iglesia;

Y hace crecer las cepas en terrenos inhóspitos.

 Si nadie  molestara a la piedras,

Todo se convertiría en una selva atrapada 

Con los poderosos garfios de sus raíces etéreas,

Capaces de estrujar ciudades y desmoronar   sus orgullosos palacios.

 

 

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