Renegando
de nuestro fatal destino
III
Las arenas de los recuerdos sombríos sepultan
A la ciudad de los zombis,
Hombres bautizados con arena y sal;
Todos vivieron su experiencia divina:
Tuvieron el atrevimiento de oler las atractivas rosas
Para después, clavarse las espinas en las yemas de sus dedos.
Tras esa desagradable experiencia,
Su voz quedó muda al llegar el ocaso
Como si fuesen elefantes sin su preciado marfil.
Ahora los fantasmas acechan mostrando curvos puñales
Siendo testigo el parque donde se olían las flores,
Y los besos fructificaban en el paredón
Donde acaban sangrando todos los sueños.
La noria sigue girando;
Pero desde lo más alto es imposible atrapar a los
tréboles,
Y el guerrero derrotado llena su pecho
Con los cristales azules del recuerdo.
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