Arpías
que en el sueño acechan
Al revivir las
pesadillas apocalípticas
La vida se impregna de anatemas,
Recuerdos
lacerantes como rinocerontes enloquecidos
Catapultan los rumores provenientes de la luna,
Para convertirse en máquina trituradora de huesos
humanos.
Se siente escalofríos ante las arpías que en el
sueño acechan
Lapidando la imaginación fructuosa
Como un dolor de muelas podridas;
Las arpías vuelan por doquier
Descargando
relámpagos con su sádico plumaje;
Mientras las nubes movidas por el viento del
atardecer
Aligeran el tiempo con su risa invasora.
El incienso del sueño por las noches vuela
Como nubes de murciélagos sin rumbo;
Y ante sus malignos ojos me embriago de quimeras.
Las penumbras yertas de la muerte aparecen en mis
versos,
No hace falta el microscopio para sentirlas
aferradas a la sienes,
Pues el polvo de las blancas azucenas
Permanecen ahora bajo las suelas de mis sandalias
rotas;
La sierpe con afán de conquista
Estrangula la cruz con su nudo ciego,
A la par que
unos labios fríos descubren
El amarillento marfil de los dientes erosionados
De tanto roer privaciones y frustraciones.
La risa sin pesares vuela como ave salvaje,
Y con el sonoro incienso de su poder
Se aleja de su palacio antes de oro
Hasta su fuente de olvido para ya nunca más volver;
Las mariposas monarcas emprenden su vuelo
Para llegar a su tierra prometida,
Ignorando si encontrarán su cielo,
O por el contrario, se darán de narices
Con las incombustibles llamas del averno.
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