martes, 28 de junio de 2022

Haciéndome preguntas a mí mismo

 

Haciéndome preguntas a mí mismo

 


¿Qué es el tiempo?- me pregunto y me contesto:

En realidad, sólo es un poco de óxido

Adherido  a los sueños.

¿Qué es un sueño?

Es un lento caminar

Por unas calles que en definitiva,

No te llevan a ningún sitio.

Fruto de nuestro inconformismo

Lleva a mirarnos al espejo

Y te desesperas al ver que la arruga

Crece y se hace más profunda.

Luchamos por lo que amamos

Y si no lo conseguimos

Nos lo inventamos.

Es terrible afrontar nuestros miedos,

Más seguimos luchando con la tenue esperanza

De alcanzar nuestros deseos;

Pero generalmente, los deseos, los sueños,

Nuestras aspiraciones de  la vida,

Chocan con el grueso muro

De la indiferencia y el ostracismo.

Tus sueños poco o nada importan a los que no saben soñar

Les resbala como lo hace la lluvia en los cristales,

Más esa lluvia puede empañarlos,

Entonces, dibujamos un corazón

Acompañado de alguna ocurrente frase de amor.

Al poco tiempo ese corazón o esas ocurrencias desaparecen,

Sólo fue una ilusión vaporosa.

Y como toda ilusión borrada

Hace mella en el alma;

Las nubes grises preñan la tormenta

Y su milagro es el rayo que centellea

Iluminando la bóveda celeste.

Más eso, sólo dura unos segundos terrenales

Que, al fin y al cabo, no son nada,

Como sólo un poco de agua y  sal somos los hombres,

Incapaces todos de gobernar nuestro destino;

Pues el destino, no es otra cosa que una nube

Que bien puede pintarse de rosa en el crepúsculo

Como también pueden hacerlo de negras tinieblas

Bramando como una estampidas de toros.

A veces, no hacemos caso a la pequeña voluta,

Sin embargo, esa voluta puede ser la mecha

Capaz de arrasar sierras enteras;

El tiempo, es nuestro juez y nuestro ejecutor

Convirtiéndonos en polvo cósmico

Como la sierra abrasada,

Transformando su clorofila verde en negro hollín.

La sierra es entonces polvo de olvido

Guardando su secreto hasta el final de los tiempos.

Nadie tiene la culpa y a su vez,

Todos somos culpables de arrojar el vidrio

Propagador de la mortal llama,

Y de la horrenda ceniza que las manos mancha.

Hasta el más sabio, es sabedor de su infinita ignorancia,

El resto, somos borregos

Que lo único que hacemos es engordar

Para después, morir el día menos pensado.

 

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