Así
se formó el pueblo vikingo
Al
comienzo, sólo existía un gran abismo
Que
se extendía hasta lo infinito del Septentrión;
Un
país de nubes negras era el vikingo
Sin
hálitos de vida, sin fulgor.
En
su centro se hallaba una fuente
Con
doce ríos glaciares de frio eterno;
El
fuego invadía al Meridión
Surcado
por lenguas de fuego
Que
arrastraban ponzoñoso veneno.
Con
el tiempo, se fue derramando por el
abismo;
Y
cuando la ponzoña ganó solidez,
Una
nórdica escarcha cual blanco armiño
Luego,
el viento cálido del Sur sopló
Hasta
convertir la escarcha en finas gotas;
De
ellas el primer habitante surgió al fin
El
gigante Ymir, cabeza de progenie de los gigantes
Como
el gran Bor, padre de Vili, Ve y Odín.
Pero
la cordialidad en la familia no imperó
Y declararon
una guerra, cruenta y feroz,
Los
gigantes debían morir, y fueron aniquilados
Entonces
los vencedores con su carne
Elaboraron
el suelo terrestre;
Las montañas de sus huesos,
Los
mares surgieron de su sangre,
Y
los árboles de sus cabellos.
Con
su cráneo se dispuso la bóveda celeste
De
la que prendieron encendidas saetas;
El
fuego meridional dio origen al sol, la
luna,
Y
todo lo que el firmamento hoy sujeta;
A
lo que los dioses impusieron orden
De
la tierra comenzaron a salir larvas
Hasta adquirir la fisonomía de enanos;
Incapaces
de reproducirse por sí mismos;
Pero
consiguen reproducirse como humanos
Gracias
a la bondad de los dioses divinos.
Para
el joven mundo los dioses crearon árboles
Y
una exuberante vegetación.
Y Odín otorgo el primer aliento,
A
la primera pareja que se formó.
Ask,
sería el hombre y la mujer Embla,
Henir,
regaló el alma y la razón,
Y
Lodur, la percepción de los colores
Y
la agradable sensación del calor.
A la diosa Hel, se le concedió
la
entrada del infierno,
Ayudada
en la custodia
Del
frondoso árbol primigenio
Proceden todas personas,
Envueltos
con los halos del misterio
De
la renaciente aurora.
Entre
los vikingos, latía el pálpito amargo
Del
origen trágico de las cosas,
Similar
a los terribles dolores del parto
Que
el vientre maternal desgarra;
Provocando
la primera luz
Y
también el primer llanto.
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