Amantes de Catalina II de Rusia
“El
corazón no me anunciaba felicidad,
Sólo
la ambición me sostenía;
El
gran duque era indiferente para mí;
Pero
había algo que hizo creer que llegaría
A
ser de Rusia, su emperatriz.”
Su
primer amante fue un cortesano,
De
nombre Sergei Saltykov,
Con
él empezaría su sueño soberano
Y
como un bello amanecer lo describió.
Fue
quien la introdujo en los placeres sexuales
En
los gozos infinitos, provocando todo ardor
Hasta
el punto de engendrar a un hijo
Y
al que Pedro primero, le llamó.
Otro
de sus amantes fue un militar
Héroe
de guerra por nombre Grigori Orlov,
Hombres
sencillo y franco, afable, popular;
También
tuvo un hijo con él, que ocultó
Para
no empañar su campaña militar.
Se debe a Orlov, la habitación sexual de Catalina
Al
que el joven teniente tenía sus aposentos
Arriba de la cámara de la fogosa zarina,
Para
tener relaciones en cualquier momento.
Grigori Potiomkin, héroe militar contra Turquía,
Fue otro de sus destacados amantes
Ya
que al trono de Polonia se alzaría.
Pero
tal vez, el último de sus amantes
Platón
Aleksandruvich Zúboc
Consideraría como el más extravagante,
Cuarenta
años más joven que la monarca
Cuando
ella ya era una mujer mayor,
Hasta
el punto que llegó a confesar
De
que estaba enamorado de verdad
De
la esposa del nieto de Catalina,
La
filosofa del trono
Como
ella misma se hacía llamar,
Fue
enterrada en San Petersburgo;
Y
los rumores como agua de una fuente
Afirman
que murió realizando el coito
Al
no soportar el falo duro y salvaje
que le penetró su caballo favorito.
que le penetró su caballo favorito.
Así
la emperatriz y sus amantes
Fueron
leyendas de zares:
Llegando hasta nuestros días
Catalina la Grande,
ninfómana total
por saciar sus deseos compulsivos
por saciar sus deseos compulsivos
Se
arriesgó ha hacerlo con un semental.
No
sé si encontró del placer una gota,
y luego fue
gota que se perdió en el mar;
Más si encontró el placer en su derrota
sólo su pomposa tumba lo sabrá.
sólo su pomposa tumba lo sabrá.
Amigas, compañeras, vecinas...
ojo con lo que os metéis por la vagina,
ojo con lo que os metéis por la vagina,
No
sea cosa que os pase lo mismo
que le pasó a la gran Catalina.
Que cansada de tantos falos de hombre
experimentó con otros que daban espanto;
reventándola por dentro
hasta que le sobrevino el infarto"
que le pasó a la gran Catalina.
Que cansada de tantos falos de hombre
experimentó con otros que daban espanto;
reventándola por dentro
hasta que le sobrevino el infarto"
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