Imaginé
Imaginé que, el prolongado silencio
Era tu manera de cortar conmigo;
Que te invadió una ola de desprecio
Olvidando que lo hacías con un amigo.
Me he puesto a tu altura al no
llamarte
Atirantando la cuerda del sentimiento,
Sabiendo que perdería. Es algo
inevitable;
Tú eres el brote más fuerte; yo, el
más tierno.
¿Para qué luchar entonces si me has
vencido?
Lo natural es ondear la bandera blanca
Aceptando que ganaron tus caprichos;
Soy tu prisionero. Haz lo que venga en
gana;
Si quieres que sufra no pediré clemencia,
No oír ni verte, es mi cruel tormento;
Pues la ley del amor dictó sentencia
Hincando sus puñales en mí pecho.
He aprendido a llorar sin lágrimas,
Aunque en realidad, siempre lo he
hecho;
Inundado tengo el cofre de mi alma;
Pero no de agua y sal, si no de hiel y
ajenjo.
Parecerán crónicas marcianas
Ocurridas en un recóndito planeta;
¡Sabedor es Dios que son humanas!
¡Y que estas cosas suceden en la Tierra!
Deberíamos ser todos unos clones,
Con la misma altura e igual mirada;
Para mejor olvidarnos de los amores
Que cuando los necesitas, dan la
espalda.
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