lunes, 7 de junio de 2021

Hoy busqué la suerte y no la encontré. " Rima libre"

 

Hoy busqué la suerte

y no la encontré.

“Rima libre”


 

Hoy, busqué la suerte. Y lo único que encontré,

Fue un silencio inerte por las calles de barro;

Gente dirigiéndose al trabajo,

Puertas de coches que se abren y cierran,

Ruidos de cañerías y cisternas vaciándose;

Y de vez en cuando, algún gorjeo de mirlos

De estampa negra entre las moreras.

Entonces pensé que, al igual que el mirlo,

Lo único que podía hacer es cantar,

Acompasado por los instrumentos

De la orquesta de los jardines del parque.

¿Pero qué buscaba en realidad?

Ni yo mismo lo sé.

Quizá, algo especial para hacer del día

Algo distinto a la monotonía

Que con su capa de celofán me envuelve.

Las llamadas que esperaba enmudecieron sus labios

Sellándolos con los hilos negros del silencio.

Podía adelantarme a esas llamadas;

Pero estimé que no sería un buen momento;

Tenía miedo a importunar;

Aunque dentro de mi pecho parecía querer fraguarse

La tempestad justiciera que alienta la venganza.

¡Sí! Al final, era lo único que me quedaba:

Morderme los puños ante la imposibilidad

De morder su  traicionero cuello.

Recordaba sus palabras sin fondo:

“Yo hasta ahora nunca te he fallado”

¡Algún día tenía que ser!

Pero si es este día, te has hecho un flaco favor;

¡Maldita bruja!

Pues ahora, permanezco a la defensiva,

Buscando el afilado puñal de la palabra adecuada.

¡Lo siento! Hoy el día colorea de gris mi alma,

Y mi mente, se oscurece

 Con los negros nubarrones del recuerdo;

Pues yo sé más de lo que tú te imaginas,

Aunque a veces, finja ser un ignorante

Que no ve más allá de un palmo de sus narices.

-¿Pero esto a qué viene?- te preguntarás

Por muchas razones te diría:

Frases oídas por aduladores sin corazón,

Presuntuosos que lo único que pretendían;

Era añadir un número más  a su dilatada lista;

Unos cabezas huecas que en el fondo tienen suerte

Porque nada, les ha costado dinero.

¡Sí! la tormenta ya está desatada

Y quizá, sus intempestivos rayos

Alcancen tus callosas manos

Endurecidas por los ácidos de la vida.

Quizá deba aprender a no ser tan considerado,

La escuela de la vida me lo está enseñando;

La verdad del cielo ha penetrado en mi conciencia,

Diciéndome que no debo  seguir con este juego

Donde el corazón siempre pierde.

Cada segundo que pasa es un nuevo ciclón

Que el borrascoso mar genera y desata;

Cada minuto, es un tsunami que llega a mi playa

Arrasando por completo los minúsculos goces.

Cada hora, es un  abismo cruel

Donde se despeñan los ensueños.

El día, aún no ha terminado;

Pero todo este tiempo que ha pasado,

Está dejando la profunda impronta de la ira;

Ese don que es el clavo ardiendo

Donde nos aferramos los perdedores;

Los vencedores los desconozco; Aunque sí los intuyo:

Son los de siempre. Los que compran la voluntad

Con una simple lata de cerveza,

Que, a la postre, no es otra cosa que,

Una abundante y amarillenta meada.

¡Chaoooo…! ¡Adióooos…!

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