Ambición
y lujo
“Rima
libre”
En un mundo deshumanizado,
Materialista
por convicción,
Envuelto en penumbras de pasiones e intrigas;
Hay que ser un auténtico superviviente
Para poder ir esquivando las
acechantes fauces del antojo.
La gran masa quiere lo mismo:
¡Placer, lujuria, ambición
y lujo!
Muy extraño es que hoy en día
Todavía no se hayan erguido templos magníficos,
Y deslumbrantes altares donde se adore al becerro de
oro;
Porque las praderas que coronan la
laureada frente del vicio,
No es otra cosa que la coloreada celulosa del dinero,
Con la que se compra hasta la voluntad;
Dado que tiene el mágico poder de atraer a
las almas.
Se pierden las nociones del tiempo y
del espacio
Cayendo en la umbrosa noche donde se
agitan las guirnaldas
Que adornan las lucecitas del neón de
los dioses.
Prostíbulos de boca ancha donde se
emborrachan
Con los fulgores etílicos del
amarillento metal de falsa ley.
La ley del que más tiene. Ese es el
fuerte y el todopoderoso;
Los demás, son simples hormigas
obreras esclavizadas
Para satisfacer los caprichos de su
reina.
Lloramos como bebés hambrientos
Y
conformamos con oír el áspero sonajero de una billetera.
Las almas gemelas son difíciles de
encontrar;
Ante nuestra mirada fogosa, doblan las
esquinas
Tras
intuir nuestros renqueantes pasos.
Nunca miran para atrás, ni se deleitan
con mirar estrellas;
Tan sólo miran al cielo cuando oyen el
siniestro ulular
De las lechuzas planeando. tras haber saciado su sed
Con el aceite de las trémulas lámparas
De las catedrales góticas del egoísmo más
puro.
La angustia recorre las veredas
del silencio
Siguiendo las huellas de otros pasos
de lobos
Sin darse cuenta que, en la nieve,
Esas huellas se hacen cada vez más
profundas.
La amarillenta aureola de los reyes
del mambo
Brilla con fulgores de luna en sus
yates de lujo,
Donde la persuasiva orquesta expande
sus tañidos de lira,
Y donde los perversos placeres, son amamantados
Por los duros pezones de las muñecas
vírgenes.
Arropado por las sedas que entreteje
la araña humana
No damos excesiva importancia al
amanecer,
Preferimos las noches de zambras
gitanas
Donde nuestro espíritu errante
Da vueltas hasta provocar el mareo,
A veces incluso hasta llegar al
desmayo.
Pero no importa, otros crepúsculos
vendrán
Rodeado por las sombrías corrupciones.
El ángel del dolor se ha estancado en
nuestra memoria
De pez globo, cuyas envenenadas
espinas
Sacian nuestra suprema avaricia;
Sin darnos cuenta que, a veces,
en la sencillez se oculta el más valioso de los tesoros.
Pero noche tras noche, nos colocamos
el negro antifaz
Con la que intentamos ocultar nuestra
ironía,
La cual, engendra el morbo
En
nuestro alocado corazón de avispa.
Los locuaces gallos, con sus clarines
guerreros,
Anuncian nuestro efímero triunfo a
bombo y platillo;
Mientras apuramos las últimas caladas
del cigarro
Cuyo humo espeso se desvanece en el
gris etéreo,
Haciendo enrojecer los ojos y
parpadear de júbilo.
Este es en definitiva el drama de la
película de nuestra vida,
Sin darnos cuenta que, en realidad, no
somos los protagonistas,
Sino actores secundarios que lo único
que hacemos es bulto.
Los pomposos vestidos del baile de la
cenicienta
Tapan por completo los incómodos
zapatos de cristal;
Por eso, aún hay quien prefiere ir descalzo
Caminando por los prados esmaltados de
margaritas;
Conformándose con los zafiros de la
pasión
Desprendidos del matinal rocío de las
flores.
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