Tormenta
del alma
Cuando la palabra amor
Queda estancada en la boca,
Represa el río de las pasiones
Y carne y huesos convierten
En
labios de yesca y roca.
Ayer, guardé silencio,
Quise decirlo; pero me contuve;
Y la flor del alma, volando fue,
Con los fulgores extraños del corazón.
Fui mago de existencia errante
Mirada suave de verde trébol,
Sin distinguir entre libertad y futuro;
Saltamontes de la pradera idílica
Donde se agolpan las horas
En la zarza incombustible.
Fui un hombre al que se le olvidó
vivir
Lanzando su pasto al abismo
Para así mejor morir.
Surrealismo de un joven retoño
Que respiraba en el trampolín;
Conjugando los verbos de la muerte,
Dando vida a la teología marina,
Taladrando las luminiscencias del alba
Con la neblina de sus ojos pardos.
Eso soy yo. El ocaso de un dios
Que nació prematuro,
Y sus alas, fueron frenadas por el viento
Al atravesar el luminoso arco iris,
Originado en la borrascosa tormenta
Del interior de mi desdichada alma.
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