Más
allá del ocaso
Cuando era joven y tenía dinero
Encontraba amor por el sendero;
Bellas damas querían conocerme
Y tenerme entre sus brazos;
Ahora, mi juventud duerme
Sobre los áureos rayos del ocaso.
¿Vendrás a verme? ¿Querrás besarme?
Tengo el mismo corazón;
Pero las arrugas de mi frente
Dicen que algo cambió.
¿Quieres mi frente arrugada?
¿Quieres mis manos que tiemblan?
¡Ya no soy flor deseada!
¡Su frescor duerme la siesta!
Pero sigo siendo flor,
En verdad que marchitada;
Más aún late el corazón
Con sangre petrificada.
Si quieres mi corazón
Sus latidos te daré,
Y se calmarán mis manos
Con las sedas de tu piel.
Pues el amor verdadero,
El de la tierna pasión,
No se adquiere con dinero;
Sino que está en el sendero
Donde late el corazón.
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