miércoles, 18 de diciembre de 2019

Inicios góticos


Inicios góticos

En aquella noche de tormenta,

 Las gruesas gotas de lluvia,

Caían como negras flechas

Sobre el cementerio.

 El guardia, observaba a las tumbas plateadas,

 Las cuales, miraban para arriba,

Absorbiendo los látigos de fuego

Que engendraban los diabólicos nubarrones;

Preñados quizá de espasmos macabros.
 

Entre los cobrizos relámpagos

Veía avanzar a los muertos

Con sus ajironadas mortajas;

Y ante la cruz más alta

Comenzaron a danzar alegres.

Los viejos, los jóvenes, los pobres, los ricos,

Agitaban rápido sus piernas esqueléticas.
 

Aquella lúgubre y siniestra tropa

Avanzaba profiriendo gritos extraños,

Abrumando a los redondos ojos de los búhos.

La luna derramaba su luz blanquecina

Sobre el crecido césped;

Pero hay uno que tropieza en su sudario

Rasgándolo, y, quedándolo,

Como una espantosa araña negra

Extrusionando al pérfido gusano.
 

En esos momentos el guardia

Con palidez  sombría tembló,

 Al igual que los ornamentos góticos,

Al percibir los ecos lejanos y roncos de campana 

 De la desvencijada torre de la iglesia,

Que, débilmente, se erguía entre la oscuridad.

Los titilantes esqueletos se deshacían

 Entre las herrumbrosas  cruces de metal,

Hasta quedar  encorvadas;  como sombras

 En el pantano del olvido.
 

Hoy, quizás mueras gratuitamente;

Y cuando ya seas una siniestra sombra,

Atravesada en el pecho por un haz de luz;

Entonces, te darás cuenta

Que tú, y tu mierda, no tienen ningún valor.

 

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