El
esqueleto Manuel
Mi carne, mi cuerpo esbelto,
Lo devoró el fuego de la vida;
Ahora queda mi esqueleto
Como una estatua esculpida.
A veces, salgo de noche
Cuando los luceros brillan,
Y me coloco de broche
De un pescado sus espinas.
Pues ya no temo pincharme,
Ya nada me causa herida,
Mis huesos no tienen sangre,
En la tumba quedó vertida.
La tierra se la tragó
Como a una rosa encurtida,
Dejando agrio sabor
Como agria es la mentira.
Si me vieses paseando
Con un cayado de encina,
No estarás alucinando
El que regalaba flores,
El que ante ti aún se inclina;
Pues desprendes los fulgores
De las albas vespertinas.
Soy un esqueleto andante
Al que aún le gusta la música,
De ese inacabado baile
Con aquella orquesta rústica.
Quisiera bailar contigo
Hasta la estrofa final,
Más no será en este mundo
Sino en el del más allá.
Tintinean todos huesos
Ya blancos como el clavel,
¡Qué pena no darte un beso
No tengo carne, ni piel!
Pero aún me queda una cosa,
Mis huesos como joyel;
Pues la noche es más hermosa
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