Donde hay humildad
Dos pastores corrían hasta un árbol,
Buscando refugio de un gran nubarrón;
Cuando de repente, les cayó un rayo,
Y a uno de ellos, lo electrocutó.
Pese aquel mortal impacto, el otro,
Por Gloria Divina, intacto quedó;
Pues tatuada llevaba en su pecho
La Sagrada imagen de Nuestro Señor.
Y ahora quiero a ti recordarte
La entrada de Cristo en Jerusalén:
No lo hizo en dorada calesa,
Ni en coche de lujo, ni en blanco
corcel,
Sino montado en un burrito
Que era de alquiler.
Para así demostrar,
Que las puertas del cielo se abren
Donde hay humildad.
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