Dejando
atrás a la aburrida tribu
Oculta en la estación se adivinaba
El vaivén nocturno de la lluvia,
La ansiedad de las nubes celestes,
Se ciernen ondulantes en la vaporosa
ciudad,
Suspensa en la noche con sus cuevas de oro,
Sintiendo la llamada de las pomarrosas;
Los astros recorrían la noche
En sus ignotos rumbos,
Como la última mujer
Caída en los jardines del deseo;
Hendida sobre el corazón de la tierra;
Un cuerpo flota en su destino
Llenando de hojas el otoño de sus
sueños.
Las rosas de purpúrea sangre
Se clavan como oscuras flechas
En la inocente sonrisa del crepúsculo.
Mientras los poetas tiemblan de frío,
Beben y se emborrachan de viento,
También se casan, y a veces incluso
tienen hijos;
Es probable que tengan amantes
Sarmientos inquietantes abrazados
A las arrugas de su vida.
Cada arruga es un amor
Y cada plenilunio una carta
Donde se oyen sus palabras en bajito.
Es su paraíso y su averno.
Con tristeza muda,
Comparte con rapidez su corazón de
amante.
La muerte está en la flor del geranio,
Ahora encendido en la gaviota del
amor,
Que pierde la memoria y ya…
No sabe regresar a su oscuro mar;
Pero el guardián de la noche
Se acerca al precipicio de las sombras
Donde la belleza impetuosa
Deslumbra a su amor oscuro.
Pájaros de nieve se estrellan
En las laderas de las palabras,
Y en las verdes altiplanicies
Los pastores observan a las grullas
Por sus secretas pistas aéreas.
Voz que aviva la geometría de caracol,
Y el
Edén asciende como llama viva.
Y ahora el sol es serpiente
Que se ríe de los cantos de sirenas.
La víbora se desmaya,
Cicatrizando sus jóvenes heridas.
Aquí dejo mis huesos, mi alma,
La sabia de mi sangre, mis cantos,
Mis aciertos, verdades y mentiras,
La poesía de mi pecho queda abierta
Mientras se desploma el sendero de la
vida,
Dejando
atrás a la aburrida tribu
Que siempre formula las mismas preguntas.
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A donde vamos?
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A donde vamos?
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