sábado, 15 de abril de 2023

Deseo carnal

 

Deseo carnal


Tú, estás allí,

Yo, estoy aquí;

Los dos estamos donde debemos estar,

Como el sol ocupando su centro.

Cambiar la situación

Sería un despropósito,

Pues los dos estamos

En el lugar que nos corresponde.

Muchas cosas deberían cambiar

Para estar juntos,

Siendo un  mismo cuerpo;

Pero sería todo tan enrevesado

Que cabe la posibilidad de preguntarnos

De si merece la pena,

De si no sería una imprudencia

Cambiar nuestros estatus

Por un deseo carnal que, posiblemente,

Sería pasajero.

El tiempo arrastra nuevas brisas

¿Y quién nos dice que el día menos pensado

Y después de acariciar esas nuevas brisas

Deseásemos sentir en nuestra piel otras  más frescas?

Nadie es perfecto

¿O acaso beber un vaso de agua ahora,

Nos garantiza que ya no volvamos a tener sed en el futuro?

Nuestro apetito no tiene límites

Y nuestra boca enseguida se seca;

A fin de cuentas, somos agua en la mayor parte,

Que cada día va evaporándose;

Aunque nuestra mente

Se vuelva más infantil y antojadiza.

Por muy grande que sea el humo

Que provoca la hoguera,

Siempre acaba  absorbido

Por las fuerzas del cielo;

El gris se vuelve azul,

La ceniza desaparece y convierte en polvo,

Pues  al final, somos eso, polvo,

Vagando por el espacio inmenso.

¡No somos nada!

Nuestro tiempo es sólo una gota de agua

En comparación con el inmenso océano.

Nunca podremos ser océano

Por más que nos empeñemos

En nadar en sus aguas.

Ante esta situación, sólo cabe la resignación

Y como mucho, la envidia.

¿Y qué es la envidia, si no la llave

Que abre las puertas del fracaso?

Por tanto, somos perdedores

Por más que consigamos ser los primeros

En  llegar a la meta

En una carrera llena de obstáculos.

 

 

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