martes, 18 de abril de 2023

Cuando las penas se recogen con rastrillos

 

Cuando las  penas

 se recogen con rastrillos

 


De niño, cuando llovía,

Me asomaba por la ventana

Y el sonido producido en los cristales

Me parecía toda una sinfonía,

Y observándola, perdía la noción del tiempo.

Mi ropa permanecía seca,

Sin embargo, en las calles todavía de tierra,

Se producían charcos color chocolate.

De niño, los ojos estaban en mis manos

Y siempre los labios estaban dispuestos a los besos,

Con ese frescor que iguala a las flores de la primavera,

Cuya brisa, refrescaba mi cara con su dulce acordeón,

Los rincones oscuros eran espejos del cielo.

En las aldeas vecinas se oía el arrullo de la tórtola

Y el canto de los mirlos indicaba su profundidad,

La piel respiraba paz

Mientras el espacio se desplegaba

Mostrando el verdadero significado del trigal.

¿Ves? No me olvido de las horas vivas

Ni de la oración que recitaba cada noche

Capaz por sí solas de provocar mareas.

Ahora, la nostalgia se conserva en mis ojos

Y las heridas del alma antes superficiales,

Son profundas,

Pues las penas se acumulan

Pudiéndose recoger con rastrillos,

El aleteo del cuervo consagra las noches frías

Y las tardes, son menos azules

Cuando los lamentos se funden con el alma.

De niño, me gustaba pasear por los bosques de hayas

Y  la ribera del río era un clamor de trinos.

Ahora, las estrellas y las  flores se precipitan al abismo

Cada vez que pronuncio el nombre de una mujer;

Pues por culpa de un amor desenfrenado,

Mi corazón se agita a ritmo de tambor.

De niño, se podía beber en las fuentes,

Ahora, ninguna es potable por culpa de la contaminación.

Quizá sea normal que esos recuerdos crezcan con vigor

Y que los mástiles de los veleros de infancia

Lleguen a soñar con lo eterno

Pues los pájaros encontraban el horizonte

Y el sol se estancaba en mi pecho.

Ahora, después de medio siglo

Creo que llega la hora de mi reconocimiento,

De que los mástiles, sean islas que invitan al naufragio,

Pues embriagado por tantos ayunos

Y tantas estrellas fugaces,

Me aguarda la dicha de la hiena

Pisoteando la piedra añosa,

Que priva del amor con su risa ramplona.

Venus aparece en el cielo y las luciérnagas

Encienden las orillas del río

Donde se tañen los silencios.

La verdad es cristalina como el agua de la fuente

Con ella, cualquier discusión es imposible,

Pues los sentimientos,

No deben nunca luchar contra sí.

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