Amor
de roca
La piedra, puede ser dura;
Pero no por ello es indestructible;
En realidad, nada es eterno:
Ni la fortuna, ni el amor, ni la vida…
Todo está sometido a las fuerzas de la naturaleza.
¿Y qué fuerza puede tener el hombre
Cuando su vida se limita a horas?
Horas de estío, segundos de placer;
El placer, es la cúspide de nuestros deseos;
Pero si comparamos ese placer
Con el sufrimiento o el esfuerzo por sobrevivir
Es tan minúsculo,
Que hay que reconocer que estamos jodidos,
Que la vida se ríe de nosotros
Como si fuese una hiena que se ríe antes del festín
Y luego, se escapa riéndose como diciendo.
¡Yo no he hecho nada!
Nos podemos reír hasta de nuestra propia sombra;
Pero es la sombra eterna la que al final
Se ríe de
nosotros y humilla.
Por más piedras que coloquen sobre nuestras tumbas.
“Sobre la tierra vivió
Y bajo la tierra yace”
Este podría ser nuestro sencillo epitafio,
Piedras que aplastan nuestro cuerpo
Y nos sumerge en la más completa oscuridad.
La luz del sol se ve impotente,
No puede llegar con sus rayos
Ante esa oscuridad siniestra y absoluta;
Pues la oscuridad, reina sobre los cuerpos inertes
Que ni sienten, ni padecen.
Alguien tuvo un amor
de roca;
Pero el contraste del frío y el calor
La hizo explotar y entró a formar
Parte de ese desierto que ciega los ojos
Con sus tormentas de arena y polvo.
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