martes, 7 de marzo de 2023

Tras un largo silencio

 

Tras un largo silencio




Estaba tan fatigado y hundido,

Que mi espíritu, necesitaba tomar aliento;

Ahora, las riendas de la Musa que cabalgaba

Clavando espuelas en los flancos del alma,

Destila los pensamientos sublimes

De antiquísimos misterios

Que servían de inspiración poética.

La esencia extraordinaria

Se inicia nuevamente cuando algo se acaba.

La inteligencia laica se disuelve

 En el bálsamo de la verdad,

 Cuya matriz oscura y  desnuda de teorías,

Da forma  a los pensamientos

Enjaulados en el latente corazón.

La mente tiene la profundidad del océano,

Y alas que, a veces, nos hace volar lejos,

Unas veces, a fiestas donde el bullicio embriaga

Como insectos enloquecidos

Por los aromas de la miel.

No se puede profetizar sobre lo oscuro

Ni sobre las cenizas blancas,

Quizás, sí se puede descifrar,

Los aromas del jazmín laureado

Tras la última lluvia.

El inocente cuerpo poeta

Vuelve a respirar al fin.

He encontrado un lápiz y un papel

Y la inspiración, sombría como el interior de una nuez,

Gana la batalla al ritual de la rutina;

El jazmín perfuma el pecho

Condicionando la libertad para hacer promesas.

Lo que se trataba era la de recobrar el ánimo

Encontrando la justa  balanza

Con la que se pesan los mares,

A la vez de la bengala

Que ilumina la bóveda de la playa con olor a sándalo.

El tiempo destruye los altos muros

Porque conoce los principios de la vida;

La sabiduría y el Karma espiritual,

Por más que la razón proteste,

Siempre habrá alguna aguja e hilo que sirva

Para coser un descosido.

Como también se encontrará al pájaro  del bosque

Que te hablará de la razón de lo pequeño,

Aunque sea con voz asilvestrada.

Los hombres como los poetas,

Dudamos de las habilidades del abejorro,

Porque a veces, se ahorcan

Con las ardientes cuerdas del relámpago.

Comienza la gentil primavera

Con sus juegos florales,

Y con ella, los breves pasatiempos

Que sirven para recobrar el amor,

Reconociendo la sabiduría de los montes

Y sintiendo el latir de las estrellas.

Haciendo levantar el alma

A la vez que las persianas del balcón,

Para ver el vuelo de las águilas,

Embrujadas por su éxtasis profundo.

Al fin hallé el remedio

Para saciar la sed de mi boca,

Rompiendo así las lucientes cadenas

Que sellaban mis quebrados labios.


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