Desde
el mirador de la vida
Me subí hasta el mirador de la vida
Y encontré la tierra viuda,
Exhausta, apoyada sobre tablas podridas,
Gentes desnudas, rodeadas de gentes desnudas;
La basura cuelga en racimos,
Y la ciudad sin jardines
Parecen páramos urbanos
Donde se pregunta por Dios,
Por la libertad, por las olas de la playa;
Nadie disfruta de una conversación,
Las manos se vuelven ociosas,
Y la poesía pasó a la historia;
Porque... ¿Quién tiene humor para escribir algo bonito
Cuando todo lo que le rodea es basura,
Escombros y restos de metralla?
Se olvidaron los olores, los sabores, los colores,
Los canticos y las alabanzas a Dios.
Dios se acercó demasiado al sol
Hasta que se volvió rojo,
Y ahora viaja en un tren
Donde la carne adora el suicidio,
Los besos saben a vodka,
A whisky a coñac...
Ahora por las calles se pasean sombras,
Gente a las que parece faltarle algún tornillo
Y que con voz ronca grita ¡espera!
¿Esperar a qué?
¿A morir?
¿A que se hielen las palabras melosas?
Las nubes se hinchan de abismos
Y amenazan con estruendos y delirios.
Al final todo será papel,
Con escritos anónimos;
Y con el futuro se harán estatuas
Mostrando rasgos de queja o de dolor.
Nadie esperaba este indeseado fin,
Ni que el trueno cupiese por la estrechez del embudo
Para matar el tiempo.
¡Qué vergüenza!
Pues la vergüenza,
Es
proporcional al daño infringido.
Mañana me convertiré en perro
Y ladraré a todo vicho viviente que se cruce en mi camino,
Así, alcanzando la meta de lo absurdo
Apagaré el hastío y quizá reciba
El aplauso de los mancos,
Que perdieron sus manos
Tras intentar ojear La Biblia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario