Este
humilde gorrión
Hay quienes afirman no poseer nada,
Y posiblemente sea así,
Al no portar nada de valor en sus bolsillos;
No tiene techo, casa, ni tarjeta bancaria…
Por no tener no tienen ni miedo a la oscuridad de la
noche,
Ni al calor, ni al frío, ni al estallido del trueno;
Pese a que comparten cosas que no tienen ningún
dueño:
Los ríos, las montañas, las nubes, el sol, el aire,
O el colorido paisaje de un grafiti
Expuesto en los muros de una ciudad.
El universo está para todos,
Las horas pasan para todos por igual;
Algunos han llegado a la conclusión
De que el
tiempo no les pertenece,
Que están en la Tierra por equivocación
Y también por miedo;
Pues es un enigma lo que puede existir en el otro
lado,
Por tanto, cabe la posibilidad que, ese otro lado,
Sea oscuro, estrecho y profundo,
Lugar donde a fuego lento se consume el alma.
Aquí, al menos, tienen la posibilidad de opinar,
De decir lo que está abajo o arriba.
Hay quienes rebosan los cántaros de agua del río,
Por estar iluminados con un inmenso fanal.
Es cierto que no encuentran respuestas,
Pero si son dueños de hacer preguntas, tales como:
¿Por qué se vive muriendo?
¿Por qué uno puede quemarse
Con las llamas
embriagadoras del amor?
Hay quienes pudiendo ser la reina del hormiguero
Prefieren la seriedad del humilde obrero.
Si el árbol cambia de hojas
Es porque así lo dijo con su autoridad el otoño;
Luego obedeciendo
a las leyes de la luz
Engendran nuevas hojas en la primavera,
Donde las bellas mariposas hacen acto de presencia
Posándose sobre las flores de la campiña.
Los rayos del sol entonces son hebras de oro
Proyectándose sobre las planicies de los lagos;
Los pájaros se vuelven parlanchines;
Llegado ese momento, algunos se hacen ilusiones,
Sueñan con ser peces plateados, pájaros de altos
vuelos,
Mariposas de bello rostro
Con la capacidad de elegir
a su flor favorita,
Ser huéspedes de la renacida aurora,
Pensando que ella, muestra la realidad del ratón.
Dicho entusiasmo humilla a las lágrimas
Y flagela a los
poderosos que desean poseer todo.
Quizá la cadena del rayo sea su castigo
Y las rosas de la vida acaban por mostrar sus
espinas.
El humus es abundante, y su precio es la existencia;
Al final, la vida desprende mal olor,
La espada se llena de herrumbre
Y los himnos al sol se extinguen;
El horizonte es de todos
Y nadie habrá que diga que fue él quien llegó
primero;
Podemos represar a los ríos grandes
Para acabar bebiéndo de sus aguas claras;
Pero siempre habrá algún riachuelo en las sierras
Donde pueda saciar su sed este humilde gorrión.
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