La
fórmula
que
describe el cielo
Te miro.
Me miras.
Tú te preguntas quién soy;
Yo me pregunto qué quieres.
Seguimos siendo animales
Y nuestros instintos van por delante
De la
apariencia, de nuestro ser.
Con los ojos te invito a fornicar;
Eso es algo que todos los animales hacen
¿O acaso piensas que esos deseos
No van con los hombres?
Por algún lugar habrá que evacuar
Todo lo que
admiramos.
No podemos limitarnos a tomar el sol,
A sentarnos en un banco
Viendo cómo pasan los trenes, las nubes, o los pájaros.
Veo curioso que los pájaros canten
Como ritual de cortejo;
Lo lógico, sería cantar o pavonearse después
De haber consumido el acto sexual;
Pero no, primero cantamos
Para demostrar que estamos contentos
Por tan sólo
pensarlo.
Ya estoy aquí de nuevo,
Oyendo tus latidos;
Pero en vez de fijarme en tus ojos,
Estanco la mirada en el agradable remolino
Que se produce en la unión de tus piernas
Donde habita el anhelado enigma,
El veneno invisible,
La fórmula que descifra el cielo.
El amor nos inspira,
Aunque algunos poemas nos hagan sufrir;
¿Pero qué sería del invierno si no existiese la
nieve?
¿Existe alguna poderosa razón
Para que los peces naden contra corriente?
Quizá nacieron en las montañas
Y desean con ellas tener su última conversación
En el lugar más alto,
Para besar la niebla y el sol.
Hoy te miro como un pájaro enamorado,
Atrévete y canta tu canción,
Luego si quieres, tiembla,
O sangra por boca y nariz;
Pues algún precio hay que pagar
Por subir en la montaña rusa del amor,
Donde el vientre se te sube a la boca
Y los ojos se bajan hasta los abismos.
Yo ya me detengo aquí,
Guardo silencio y te miro;
Ahora pues te toca a ti
Haz lo que indique tu instinto.
Quizás te asustes y huyas
O sueñes con ser estatua;
¡Más por favor no destruyas
La pasión que hay en mi alma!
No hay comentarios:
Publicar un comentario