Sandalias viejas de cuero
La vida, me colocó unas sandalias viejas de cuero
Para poder caminar por caminos tortuosos;
¿Pero hasta dónde llegué?
El cielo nunca lo descubrí,
Pues mis pies no lo alcanzaron;
En cambio, sí que llegué hasta el infierno de los
celos,
A los sueños tormentosos y umbríos;
Lloré siendo joven y aún sigo haciéndolo,
Pues las lágrimas sirven de desahogo.
Camino por calles bulliciosas donde incitan
pudrirme;
¿Pero a dónde me llevará mi hado?
¿Al valle romántico del vecino?
¿Al solar desolado?
¿A las costas suicidas con ruidosas olas?
¿A las orillas apartadas del lúgubre océano?
Apuro el vino del deseo
Y ello hace hervir el alma,
Pues inflamada de pasión
Muestra los pecaminosos caminos
Donde se crucifica la alegría.
Las musas se marchitaron
En la arrogancia de la estepa,
Donde la belleza de los ojos
Se apagaron en la traicionera primavera,
Haciendo zozobrar las esperanzas
De los viejos sueños que,
Arrastraban la efímera belleza.
Dicen que el viento es libre
¿Pero y yo?
Quiero alzar el vuelo;
Pero las nubes tapan el cielo,
Junto a las
montañas con sus canas cumbres.
Busco nuevos ídolos que imitar;
Hombres de sesenta y muchos,
Para aprender de sus experiencias;
Aunque me da igual si cargan a sus espaladas
Más de noventa otoños,
Pues seguro que su historia de amor es larga.
Quizá sea un profesor
Al que ya le han aventajado algunos de sus alumnos
Y que no les importa ir con el cabello enmarañado
Ni con los pantalones vaqueros agujereados a
conciencia.
¡Me da igual su aspecto!
Lo importante, es la esencia concentrada en sus
venas
Para pode retomar los puntos suspensivos
Que otros describieron con su pluma,
Pudiendo escuchar esas palabras,
O esos teoremas que ya, casi nadie puede oír.
¡Por favor, no me obliguéis a quemar este poema!
Soy un hombre viejo, barbudo, canoso,
Y quizá un poco loco,
Pero pese a toda esta locura que me rodea,
Sé positivamente donde están los vicios y virtudes,
Y donde se encuentra la llaga que quema,
Y me atreva a meter el dedo;
Luego me culpáis de herejía si os apetece,
Y suplicáis para que me consuma el fuego de la
hoguera;
Pero nunca debéis olvidar lo importante:
Por más se patee el suelo,
El alma siempre reaccionara de manera indiferente;
Puedo hundirme y desaparecer, es cierto;
Pero jamás me veréis arrodillado
Por calzar unas sandalias viejas de cuero.
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