Los jinetes del apocalipsis
"rima libre"
Apostado en la oriya de este lago solitario
¡Qué lejanas me parecen las estrellas!
¡Y qué cercano el beso ardiente
ofrecido en primavera!
Sin embargo, mi corazón parece viejo
Sin el fulgor de las horquillas que
recogían tus cabellos.
Nuestros sueños felices un día se
realizaron
Y en el extenso trigal quedaron
consagrados.
Ahora, sólo quedan los espectros del
amoroso legado,
Que, como presa a punto de desbordar,
Apuñala las fronteras de la carne viva.
Te amaba como se ama el árbol,
Desde sus raíces más profundas,
Hasta la más alta de
sus ramas,
Mientras el eco lejano del cuclillo
Adormecía la higuera en cuya sombra nos
abrazábamos;
Reviviendo la tormenta que el cielo
preconiza.
Ya sólo quedan los guijarros que el
tiempo ha embadurnado
Y el
hollín que resbala ante el ojo brillante del sol;
Las palabras y los pasos se han
detenido,
Ante un sábado de Cuaresma que nos
insta a callar,
Extendiendo su paz como lo hace la
llovizna sobre el heno
Y las mariposas de lunares lo hace sobre las flores.
Hoy el aire es más espeso, y las
manzanas obscenas
Cuelgan como velas de un mástil
iluminadas por el crepúsculo;
Quizá profetizando un discurso de
labios amoratados,
Los cuales, presienten la muerte del
alcaudón,
Y las mujeres apasionadas uncidas con
el aceite del gozo,
Acaban huyendo como cebras
asustadas
Del sanguinario león que sobre su
trono de sueños,
Suspira por la rallada belleza de
unos ojos verdes
Para acabar bebiendo las babas desprendida de la
tormenta.
La puerta que se abrió quiere cerrarse.
¡Odio la muerte! ¡Pero la muerte, ahí
está!
Pues su llama perenne no puede ser
extinguida,
Y los aplausos, son sueños
presuntuosos buscando el más allá;
Ese lugar donde cayó la flecha de la
razón
Y donde la juventud impetuosa,
Buscó
con delirio su grandeza;
Para acabar siendo devorada por la
polilla asesina del tiempo,
Al igual que acaban los sueños de los
poetas románticos.
Un lugar entre la tierra brumosa y el cielo,
Donde el vano viento que ordenaba
luchar,
Te despoja del alma y entrega el negro carruaje
Arrastrado por los jinetes del
apocalipsis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario