El
árbol de la vida
"Rima libre"
Recuerdo el añoso y solitario árbol
Donde construimos nuestra inexpugnable
fortaleza;
Ese árbol fue el que nos dio la
esperanza
Para
forjar nuestros sueños de juventud.
Quizá ese árbol vuelva a echar raíces
frescas
Volviendo a dar sombra a este mundo
lleno de turbulencias;
La piedra de la pasión se hizo polvo
celestial,
Pues aprendimos a madurar muriendo;
Aunque esa muerte sea llamada
dignidad.
Esa señora que viste con murmullos
elegantes
Y sobre nuestra piel rayada y oscura
Endurecida por la realidad de la tierra
y el sol,
Se oiga el tamborileo lejano de la
lluvia, empapando
Las hojas de la rama olvidada transformada en espejo.
El azulado cielo engaña a la bestia de
los recuerdos
Cubriéndola con escamas camaleónicas.
A veces, ofrecía sus alas para tocar las estrellas
Olvidándonos de esas tierras vírgenes
Cuyos átomos se consumen en el aire.
Para realizar un sueño grande se
requiere ser joven;
Pero tal vez, al hacerlo, se inflama el
lenguaje
Viendo el paisaje pasar a través de
esa locomotora
Que practica la lucha libre contra la
verdad universal.
Los jóvenes músculos muestran la
fatiga,
Y el corcel blanco de la sabiduría, espera
abrumado
Viendo pasar las horas de un reloj de
sol
Eclipsado por las nubes del olvido.
¿Cuántas horas o minutos más? Nadie lo
sabe,
Pues el viento que mueve nuestro
galeón es incansable;
Pero no hay duda que atravesará el
estrecho istmo
Quizá por despecho, de pasar sin
importar
Si la duna se convierte en dura roca,
O la imponente montaña convertirá en
polvo.
Por mucho que el águila vuele en lo
más alto
Algún día viajará a tierra firme para
reclamar amor y beber agua,
Aunque sólo encuentre en su superficie el barro
Manoseado por los ojos del cielo.
La luminiscencia de los árboles del
mundo
Alumbra a los mendigos y a los Casanovas,
Envueltos estos en lencerías de helio,
Donde la seda, dura el tiempo de una
eyaculación,
Hasta llegar a la constelación agrícola, la cual,
Se rinde ante el pequeño estómago de la
pulga,
Cuyos saltos, mantiene la verdad
universal
Dando pábulo al big-bang de el árbol de la vida.
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