Lluvias
de otoño
Las
lluvias de Otoño, con su meliflua melodía,
Alivia los secretos encerrados en el alma;
Siendo cada gota, un susurro de voz
Proveniente de la estrella del ocaso.
El corazón parece flotar
Sobre la pradera cristalina
Cuyo fulgor vaga
Sobre la nube eterna de los recuerdos.
El olvido es el enigma del barbecho
Sobre cuyo horizonte se oculta la raíz
Del espinoso rosal de la vida.
Batería que se carga
Con los secretos del abismo humano.
La nube de terciopelo rosa
Da paso a la energía del relámpago de oro,
Siendo tú, la lluvia suave de mí otoño.
El viento pasa de forma fugaz
Arrastrando las hojas;
Pero las libélulas azules
Danzan en los juncos del atardecer,
Quizá buscando la magia de la paz
Que se respira con cada uno de sus aleteos.
La soledad del lago moribundo
Contempla las estrellas fugaces
Por sus autopistas siderales,
Siendo cada chisporroteo
Un labio que negó el beso.
Su ascua de luz es una lágrima
Que humedece el valle oloroso,
Pintando con su acuarela líquida
Hombres de arrugado rostro,
Que fermentan sus pasiones
En la meliflua melodía de la lluvia otoñal.
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