La
primavera y la montaña
III
Siendo fantasmas de sus propios sentimientos.
Los hombres mueren en su propia floración
Y como hormigas, abrazan la oscuridad
Juntando sus hábiles patitas
En el fondo de sus hormigueros,
En cuyo techo
asoma la afilada chimenea
Justificando la existencia de un mundo
Que se estrella ante el muro de su galaxia.
El hombre es como una ardilla que vuela
Entre los árboles, cuyas raíces profundas
Sujetan las piedras,
Que hace elevarse a la montaña
para así, engrandecer el espíritu humano.
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