lunes, 29 de marzo de 2021

Un eco repite ¡Qué me amas!

 

Un eco repite ¡Qué me amas!



Nunca podré olvidar

Aquella tarde mágica,

Al lado de aquel pinar

Que nadie lo perturbaba;

Mientras mi alma ascendía

Hasta la luna plateada.

Tú ibas  de blanco vestida

Cual pétalos de rosas blancas,

Los suspiros perfumados

Por tus poros exhalabas.

Entonces gorjeó la alondra

Y replicó la calandria,

En aquella azulada atmósfera

Que  todo el campo encantaba,

A la par que aquellos ojos

Que con ardor me miraban.

Yo era el dueño de tus sueños

Y de esa nube olvidada,

Por la inquietud de un hombre

Que era un muñeco de paja.

Un silencio solitario

Forjó celestial alianza;

Yo no olvidaré jamás

Aquella tarde lozana,

Pues quedarán las reliquias

Del brillo de tus  pestañas.

Tenía el billete de ida,

El de vuelta me faltaba,

De aquel tren de la pasión

Que todo el cuerpo imantaba.

Un frío manto de deseo

Y una mente que  te extraña,

En el extenso camino

De entrecortadas palabras.

Pues pese a la oscuridad,

Pienso que tú, aún me amas,

Y mi alma encuentra el alivio

Con tu promesa lejana.

Aquella tarde pasó;

Pero aún queda la nostalgia,

De un cuerpo voluptuoso

Que ante mí se revelaba.

Entre las profundas sombras

Reaparecen nuevas albas,

Fue grandiosa  aquella tarde

Que de júbilo llenó el alma.

Como la sombra de un muerto

Que bajo la cruz descansa,

Abrasado por el fulgor

De una estrella solitaria.

Mi espíritu sigue allí,

Envuelto en sonrientes auras;

Están en el cielo las estrellas

Perfectamente alineadas.

Sí, mi vida  ha sido un desastre,

Pues  volar quise sin alas,

Y ahora, en este retiro espiritual

Un eco repite ¡Qué me amas!

 


 


 

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