domingo, 7 de marzo de 2021

Flores eternas "Rima libre"

 

 Flores eternas

"Rima libre"

En el atardecer de un día gris,  propio  de otoño,

Creí ver la imagen de la diosa del amor;

Apetecible a los hombres y a los que no lo son tanto.

Su serenísima majestad, idolatrada con  mitra de oro,

Ante la que se inclinan los deleites de los sentidos,

Embelesados por el arrobamiento de su espíritu.

Le invité al festín de mi carne y huesos;

Pero aquella reina de la belleza y simpatía,

Evocadora de la pureza de los ángeles caídos,

Arrugó el rostro escavando en la helada oscuridad

Para encontrar la dulzura metafísica de las estrellas,

Momias con arrope de sauco, titilando en los elixires etéreos.

Mi amor audaz, encontró la respuesta de la perfecta Nada,

Adentrándose en la inteligencia que alimenta su fuego.

La cosa es que, el mundo púrpura, se traiciona

Con los gestos descafeinados de su vanidad;

Hechicera de un sueño consagrado a lo que fuimos,

Es decir: pólvora mojada de un amor fracasado,

Que aún todavía, reclama su parte sabiendo que:

El amor jamás volverá a cerrar la herida lacerante.

Imploro al  horror gélido y a la vez estúpido

Del desnudo arroyo que arrastra los viejos caos,

Junto  a las pasiones encerradas en la estrella de la falsedad.

Puedo reír  y jugar con la angustia de las falsas pasiones

Incitadas a burlarse de mi  amor pétreo,

Donde falló el camino que guiaba a los tesoros dignos,

Y el desprecio corona el desdén de la risa,

Burlándose de la amarillenta aureola de la divinidad,

Apropiándose del resplandor soberbio del sol.

La lluvia penetra en el oscuro misterio de la noche

Después de caer vencido  trastabillado por su anarquía,

Donde las lágrimas inocentes desgasta el espíritu

Rebelando la conquista del firmamento;

Y la tierra alza la cabeza con desesperación,

Buscando el brillo de las jóvenes vírgenes

Esclavizadas a ser flores eternas,

Pese a no tener el aliento metálico

Que fluye por las arterias enrojeciendo la cara;

Pero al final, las pezuñas del diablo

Machacan los disfraces que engalanan al amor;

Ese cárdeno cordero que se siente devorado

Y que el viento azota hasta convertirlo en escoria,

Tras doblar la esquina amorfa de los recuerdos

Donde se oyen los desgarradores gritos ¡hoy eres nadie!

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